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charla de sofá con el jardín



- ¿Quién puso el sofá en el jardín? - Yo. Quise ver el color de las sombras... y bajo los fluorescentes es inútil. - ¿Y te aparcastes así, tan ancha, en mitad de la calle? - No, caí en hojas como el otoño. Me hice poco a poco, parque. Y, ¿sabes? ... me ha susurrado la hiedra que los lugares -como los hombres- también mueren. Así, pude oír sus débiles sollozos. Lloraba el ático. El nuestro! Nuestro hueco se asfixia, por eso no nos crecen los geranios... - Por dios, mujer... déjate estar de estupideces! Ya te compraré tus dichosos geranios nuevos! - No, no quiero geranios! Quiero no matar y enterrar más lugares a tu lado. Me marcho... Ya hablé con los del quinto y te ayudarán mañana a subir el sofá de la calle. De mientras, baja... no ha llorar por mí, sino a entrever la lluvia que caía en esta casa. Deja que te cuente el jardín,


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